II


II

Sombra de cipreses fúnebres
Iluminados tenue y armoniosamente
Por los cálidos rayaos de una luna veraniega
Proyectándose macabra
Sobre las lapidas frías
De doncellas hermosas arrancadas de corazones moribundos
De hombres y mujeres,
Arrancadas gozosas de este infierno.

Oh! Y mi espíritu añorando verte
Acariciar tu dulce piel,
Rozar tus delicados labios,
Perfumarme con tu esencia de mujer,
Sentir aunque fuese por un segundo otra vez tu calor,
Oír solo un te amo! De tu boca.

Pues solo tu recuerdo;
Solo soportar tu perdida mi doncella
Solo el recuerdo del abrigo de tu pecho
En mi moribundo y frío lecho
Es mi averno,
Es mi hades.

Por ello arrodillado ante tu tumba
Rezo por el frío y macabro abrazo
De la bendita muerte,
Y ahora dormiré sobre tu lúgubre tumba
Con tu lapida de cabecera
Y con los arrullos de susurrados de los fúnebres cipreses.





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